Nos la trajimos a casa!!!

Costó, como se dice comúnmente sangre, sudor y lágrimas...

Después de siete horas para llegar a Madrid, pillamos el ya famoso atasco de Siete Aguas, con un microbús rollo caja de cerillas y con los asientos más incómodos que jamás hemos probado; nos plantamos en el Calderón con el tiempo justo para hacernos una cervecita, ponernos las pinturas de guerra y entrar el campo.

Allí nos "deleitarón" con sus temas Leo (OT y Supervivientes) y Rodolfo Chiquilicuatre y su Chiqui chiqui.

Y empezó, primero la lluvia, todos cagaos, acordándonos de la final contra el Coruña en el Bernabeu (si esa que se volvió pa ná) luego gracias a Dios paró, lo que no cesaba eran los cantos de la hinchada, una hinchada muy quemada pero al fin y al cabo había que dar el callo, estabamos en una final.

Al minuto 10 nadie se podía creer que íbamos 2-0, luego el penalti, que desde dónde estabamos no se vió como tal, pero hoy en día, gracias a la telefonía móvil, nos informaron a todos que si que era, así que gracias a ello no nos comimos al árbrito en la segunda parte. Una segunda parte, apretando el culete, porque se veia, se veia venir al empate... Al final, Morientes, nos dió una cosa a la que la afición del Valencia no está muy acostumbrada, 5 minutos finales de un partido de tranquilidad.

Y al fin, las celebraciones, modestas, con cautela, que el horno no está para bollos, lo cual me parece bien...

La vuelta... un desastre: más atascos, lloviendo, cogiendo todos los baches, los del otro autobús que iban con nosotros, en el cual iban mi hermano y mi sobrina, se les jodieron las luces y les ha tocado hacer noche en una area de servicio cerrada a 60 km de Madrid hasta que esta mañana ha ido a recorgerles otro autobús. En fin, interminable, nosotras hemos llegado a las 8:15 de la mañana y de ahí a trabajar campeona.

Esta es la crónica de uno de los días más laaargos de mi vida, menos mal que ganamos, supongo que mañana más descansadita, ya podré decir con toda seguridad que valió la pena.